“Joven iluso estafado conscientemente por pícara empanadera”
Un joven fue estafado al mediodía de este martes 21 en las inmediaciones de la plaza Belgrano, cuando fue “seducido” en medio de una transacción comercial por una pícara empanadera local. La mujer, de alrededor de cuarenaymuchos años, aumento en un lapso de treinta y siete segundos un 50% el precio de su mercadería. Las tradicionales empanadas de pollo que ofrece a la venta, están “normalmente” valuadas en la fórmula “3x1pesitonumás”, pero luego de un “¡Qué lindo día verdad!”, ”¡Al fín salió el Solcito!”(cuando el día se encontraba realmente semi-nublado y fresco), disimuladamente devolvió una moneda de cincuenta centavos como vuelto al pago efectuado en efectivo con un billete de dos pesos. El joven, iluso y confiado en la honestidad ajena, tomó la moneda entre las manos y al percatarse del ilícito, observó como la fémina anteriormente nombrada, esbozando una sonrisa cómplice, se alejaba del lugar. Ante la simpatía de la señora, el damnificado decidió marcharse sin realizar ningún tipo de reclamo ante el perjuicio sufrido.
¿Empanadera estafadora?
¿Cuál es el verdadero precio del trabajo artesanal: el que le asigna el trabajador, el que le asigna el comprador, o el valor del producto en sí? A prima face, me parece que una sumatoria que englobe los tres aspectos sería la respuesta más sensata a este interrogante.
Una empanada, si es ofrecida a la venta al coste de tres unidades por un peso, necesariamente debe tasarse bajo la fórmula siguiente: $1- mano de obra %3. El precio de venta al público es estipulado por el vendedor, supuestamente de manera libre y consciente, por lo que podría considerarse justo. El comprador, al acceder al bien ofrecido, considera también justo los costes propuestos. Primer error del joven: no consultar el precio exacto el comenzar la transacción. Segundo error: no exigir una explicación de la repentina suba de precios en el momento indicado. Primer acierto de la mujer: no evidenciar los precios del producto hasta que este no se encuentre en poder del comprador. Segundo acierto de la mujer: mostrar simpatía y predisposición mediante un pequeña pero amable conversación que cargue emotivamente las representaciones esquemáticas inconscientes y conscientes de su cliente. Tercer acierto de la mujer: la sonrisa cómplice del final, cierre de telón perfecto para su acto delictivo.
Al precio propuesto por la vendedora, que intentó elevarlo entregando un vuelto con saldo a su favor, se le agrega el valor otorgado por el comprador. Primer acierto del joven: sabe que la mujer es una trabajadora oprimida por el sistema, que la empuja a rebuscarse ganar algo de asqueroso dinero a través de cualquier artilugio de marketing que su ingenio le proponga. El hambre justifica los medios. Segundo acierto del joven: valorar no sólo el ingenio comercial de la mujer, sino considerar que unas exquisitas empanadas de pollo, compradas al mediodía y con hambre, no tienen precio.
Muchas personas estafan, muchas otras roban. Pero nadie roba mas esperanza, nadie estafa mas a la libertad y a la ilusión de los seres humanos que los yugos y cadenas de necesidades impuestas por este sistema organizado funcionalmente a favor de los intereses de la ideología capitalista dominante.
Un joven fue estafado al mediodía de este martes 21 en las inmediaciones de la plaza Belgrano, cuando fue “seducido” en medio de una transacción comercial por una pícara empanadera local. La mujer, de alrededor de cuarenaymuchos años, aumento en un lapso de treinta y siete segundos un 50% el precio de su mercadería. Las tradicionales empanadas de pollo que ofrece a la venta, están “normalmente” valuadas en la fórmula “3x1pesitonumás”, pero luego de un “¡Qué lindo día verdad!”, ”¡Al fín salió el Solcito!”(cuando el día se encontraba realmente semi-nublado y fresco), disimuladamente devolvió una moneda de cincuenta centavos como vuelto al pago efectuado en efectivo con un billete de dos pesos. El joven, iluso y confiado en la honestidad ajena, tomó la moneda entre las manos y al percatarse del ilícito, observó como la fémina anteriormente nombrada, esbozando una sonrisa cómplice, se alejaba del lugar. Ante la simpatía de la señora, el damnificado decidió marcharse sin realizar ningún tipo de reclamo ante el perjuicio sufrido.
¿Empanadera estafadora?
¿Cuál es el verdadero precio del trabajo artesanal: el que le asigna el trabajador, el que le asigna el comprador, o el valor del producto en sí? A prima face, me parece que una sumatoria que englobe los tres aspectos sería la respuesta más sensata a este interrogante.
Una empanada, si es ofrecida a la venta al coste de tres unidades por un peso, necesariamente debe tasarse bajo la fórmula siguiente: $1- mano de obra %3. El precio de venta al público es estipulado por el vendedor, supuestamente de manera libre y consciente, por lo que podría considerarse justo. El comprador, al acceder al bien ofrecido, considera también justo los costes propuestos. Primer error del joven: no consultar el precio exacto el comenzar la transacción. Segundo error: no exigir una explicación de la repentina suba de precios en el momento indicado. Primer acierto de la mujer: no evidenciar los precios del producto hasta que este no se encuentre en poder del comprador. Segundo acierto de la mujer: mostrar simpatía y predisposición mediante un pequeña pero amable conversación que cargue emotivamente las representaciones esquemáticas inconscientes y conscientes de su cliente. Tercer acierto de la mujer: la sonrisa cómplice del final, cierre de telón perfecto para su acto delictivo.
Al precio propuesto por la vendedora, que intentó elevarlo entregando un vuelto con saldo a su favor, se le agrega el valor otorgado por el comprador. Primer acierto del joven: sabe que la mujer es una trabajadora oprimida por el sistema, que la empuja a rebuscarse ganar algo de asqueroso dinero a través de cualquier artilugio de marketing que su ingenio le proponga. El hambre justifica los medios. Segundo acierto del joven: valorar no sólo el ingenio comercial de la mujer, sino considerar que unas exquisitas empanadas de pollo, compradas al mediodía y con hambre, no tienen precio.
Muchas personas estafan, muchas otras roban. Pero nadie roba mas esperanza, nadie estafa mas a la libertad y a la ilusión de los seres humanos que los yugos y cadenas de necesidades impuestas por este sistema organizado funcionalmente a favor de los intereses de la ideología capitalista dominante.
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