Miercoles 22: CRUCE DE CULTURAS

“Oficial de tránsito y gaucho a caballo envueltos en una trifulca a causa de un semáforo”

El pasado miércoles 22, alrededor de las 21:30 horas, en la cruce de las calles Belgrano y Canónigo Gorriti del centro de nuestra ciudad, un oficial de tránsito (que desempeñaba su actividad en la nombrada esquina) y un gaucho perteneciente al desfile conmemoratorio del Éxodo Jujeño, se agredieron mutuamente. El cruce verbal se produjo cuando el semáforo del lugar cambió su color a rojo, permitiendo el ascenso por calle Belgrano de vehículos particulares y colectivos, interrumpiendo la marcha de al menos cuarenta caballos pertenecientes al las filas del nombrado desfile. El reclamo, por parte del jinete, estaba dirigido principalmente a la desorganización del desfile y a la promiscuidad sexual de la madre del “zorro”. El Botón, también llamado ocasionalmente “oficial de tránsito”, adujo que las reglas y normas viales deben ser respetadas por todos, inclusos por los animales de dos pisos, es decir, los sucios, ebrios y guarangos pseudo-gauchos a caballo del siglo XXI.

Cruce de culturas

¿Qué sucede con los desfiles del 23 de agosto? ¿Nunca los funcionarios públicos de nuestra provincia van a realizar correctamente la organización de un evento, ni si quiera por error o casualidad? Si intentamos valorizar culturalmente este importante hecho histórico, no podemos darnos el lujo de “presumir” borracheras, no podemos permitir jinetes con cámaras digitales que desfilan tomando fotos cual turista coreano, no podemos decorar de mierda las calles de la ciudad con total impunidad, no podemos tolerar tanta desorganización en un evento tan trascendente.
Pero más allá del millar de millones de críticas que podrían realizarse al respecto, los invito a bucear en las profundidades de la realidad, y tratemos de imaginarnos el cuadro o la escena descripta en la noticia: Jinetes a caballo, frenando en un semáforo, esperando que crucen vehículos a motor. Es el vivo retrato de nuestra realidad provincial: Jujuy es un conglomerado de personas que se debate entre el “pueblito” y la ciudad. La cultura de lo regional, de lo autóctono, contrasta notablemente con la cultura del consumismo, del progreso. ¿Cómo evolucionar como ciudad, pero sin alterar las riqueza invaluable de nuestra cultura originaria y tradicional?. Debemos intentar mediar entre los dos aspectos, sabiendo diferenciar cuando corresponde valorizar un polo o el otro de esta dualidad cultural.
La interculturalidad es posible, pero solo si nos manejamos racionalmente, si las medidas tomadas por parte de las autoridades “competentes” realmente son eficaces, si todos los habitantes de las provincia intentarían entender estas cuestiones.