“Lágrima fugitiva se escapa del ojo derecho de un espectador de arte”
El pasado lunes, cerca de las 21:00 horas, una lágrima se escapó furtivamente del ojo derecho de un espectador de la muestra taller “EL GRITO” (La coincidencia de nombres es pura casualidad), organizado por la fundación A.P.P.A.C.E., en el salón situado en calle Belgrano, perteneciente a la Biblioteca Popular. Dicha asociación es socialmente reconocida por su labor de asistencia a personas con deficiencias motoras y/o parálisis cerebrales. El suceso se produjo cuando la mirada del nombrado espectador se posó sobre las maravillas estéticas realizadas por estos genios, que a través de su ejemplo, demuestran que cuando se quiere algo de verdad no hay barreras, no hay impedimentos, no hay límites para nuestra capacidad creadora interna.
“Aprendiendo de los otros”
Caminaba por la calle Belgrano, y en cercanías de la Biblioteca Popular, entré a una exposición como un típico curioso, como quien sabe que debe aprovechar cada evento gratis que este mundo le ofrezca, ya que son una especie en extinción. Una sucesión de máscaras, frases existencialistas, “gritos” interiores de arte y liberación invadieron mi ser. Y sólo me dejé llevar, nadé entre los mares de colores, de formas, de abstracciones que estos artistas, considerados “anormales”, llamados “idiotas” por los verdaderos anormales e idiotas de este mundo, me conmovieron. Tanto talento artístico, algo que siempre quise tener y quizás nunca me animé a intentar, me invitó a pensar en un momento en mi propia condición: todos somos libres, todos podemos crear, reír, pintar nuestro propio cuadro en el lienzo de la vida. A todos los expositores: gracias por compartir conmigo sus máscaras, por abrir una ventana al infinito, por ayudarme a que me encuentre a mí mismo.
El pasado lunes, cerca de las 21:00 horas, una lágrima se escapó furtivamente del ojo derecho de un espectador de la muestra taller “EL GRITO” (La coincidencia de nombres es pura casualidad), organizado por la fundación A.P.P.A.C.E., en el salón situado en calle Belgrano, perteneciente a la Biblioteca Popular. Dicha asociación es socialmente reconocida por su labor de asistencia a personas con deficiencias motoras y/o parálisis cerebrales. El suceso se produjo cuando la mirada del nombrado espectador se posó sobre las maravillas estéticas realizadas por estos genios, que a través de su ejemplo, demuestran que cuando se quiere algo de verdad no hay barreras, no hay impedimentos, no hay límites para nuestra capacidad creadora interna.
“Aprendiendo de los otros”
Caminaba por la calle Belgrano, y en cercanías de la Biblioteca Popular, entré a una exposición como un típico curioso, como quien sabe que debe aprovechar cada evento gratis que este mundo le ofrezca, ya que son una especie en extinción. Una sucesión de máscaras, frases existencialistas, “gritos” interiores de arte y liberación invadieron mi ser. Y sólo me dejé llevar, nadé entre los mares de colores, de formas, de abstracciones que estos artistas, considerados “anormales”, llamados “idiotas” por los verdaderos anormales e idiotas de este mundo, me conmovieron. Tanto talento artístico, algo que siempre quise tener y quizás nunca me animé a intentar, me invitó a pensar en un momento en mi propia condición: todos somos libres, todos podemos crear, reír, pintar nuestro propio cuadro en el lienzo de la vida. A todos los expositores: gracias por compartir conmigo sus máscaras, por abrir una ventana al infinito, por ayudarme a que me encuentre a mí mismo.
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