“Lavadero de automóviles es dirigido magistralmente por operador notablemente ebrio”
Este sábado por la tarde, dos jóvenes apuestos ingresaron en un clásico y hermoso Ford Taunus en un lavadero de automóviles, situado en la calle Párroco Marques. al acceder, los recibió un trabajador “notablemente ebrio”, que les indicó el lugar de estacionamiento, los atendió amablemente y cumplió su función en no mas de veinte minutos, mientras teñía el lugar con matices de bromas y alegría.
“casi todos somos indispensables”
Vivimos en un mundo dónde la diversidad es la que reina. Todos pensamos distinto, todos sentimos distinto, todos nos comportamos distinto. Aceptar las diferencias, los diversos “personajes urbanos” que cumplen sus roles de manera excepcional, es indispensables dentro de la sociedad. De los que podríamos prescindir es de todos aquellos que quieren vendernos ideales de exportación, de aquellos que hacen del miedo un argumento, de la vida un infierno. Erradiquemos de nuestro mundo a los asesinos, a los perseguidores, a los verdugos de la mente y el alma. Pero empecemos la revolución por nosotros mismos: expulsemos nuestros fantasmas interiores, nuestros falsos dioses, nuestras impuestas ideologías y estereotipos, para que podamos criticar a todos los enfermos que impiden que este mundo sea un lugar dónde exista la justicia, la paz y el amor, y de una vez por todas, desaparezca el alienante dinero, que marca diferencias y compra dolor.
Este sábado por la tarde, dos jóvenes apuestos ingresaron en un clásico y hermoso Ford Taunus en un lavadero de automóviles, situado en la calle Párroco Marques. al acceder, los recibió un trabajador “notablemente ebrio”, que les indicó el lugar de estacionamiento, los atendió amablemente y cumplió su función en no mas de veinte minutos, mientras teñía el lugar con matices de bromas y alegría.
“casi todos somos indispensables”
Vivimos en un mundo dónde la diversidad es la que reina. Todos pensamos distinto, todos sentimos distinto, todos nos comportamos distinto. Aceptar las diferencias, los diversos “personajes urbanos” que cumplen sus roles de manera excepcional, es indispensables dentro de la sociedad. De los que podríamos prescindir es de todos aquellos que quieren vendernos ideales de exportación, de aquellos que hacen del miedo un argumento, de la vida un infierno. Erradiquemos de nuestro mundo a los asesinos, a los perseguidores, a los verdugos de la mente y el alma. Pero empecemos la revolución por nosotros mismos: expulsemos nuestros fantasmas interiores, nuestros falsos dioses, nuestras impuestas ideologías y estereotipos, para que podamos criticar a todos los enfermos que impiden que este mundo sea un lugar dónde exista la justicia, la paz y el amor, y de una vez por todas, desaparezca el alienante dinero, que marca diferencias y compra dolor.
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